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Brindamos con champán, nos engullimos de uvas, y nos lanzamos confeti para celebrar que el año por fin se acaba. Pero poco advertimos el por qué y dónde se originó esta costumbre. Debes saber que la celebración por el Año Nuevo comenzó hace aproximadamente 4.000 años, cuando los babilonios declararon 11 días de jarana al inicio de cada primavera. Sin embargo, fue el emperador romano Julio César quien cambió la fecha al primer día de enero, el mes dedicado al dios Jano.Desde entonces, las celebraciones y rituales, como este recuento que le presentamos, paralizan al mundo. Funcionen o no, lo que sí sabemos es que nos animarán los primeros minutos del 2012.
¡A levantar las petacas!
El salir corriendo a dar la vuelta a la manzana cargando maletas, viene de una antigua tradición proveniente de los gitanos: salían a su puerta el último minuto del año y daban vueltas sobre sí mismos, representando así el movimiento de la Tierra alrededor del Sol. Con ello se aseguraban que cuando entraran a casa ya había comenzado un nuevo año augurándoles buena fortuna.
El color del calzoncito
La superstición de usar ropa interior amarilla para atraer la buena suerte tiene un origen precristiano relacionado con la agricultura. El amarillo representa al sol, que simboliza un nuevo amanecer, y con ello la llegada de una nueva cosecha.
Esta cábala tiene algunas variaciones como lo es usar una truza roja si se está en busca del amor, o el azul si quiere éxito profesional. Eso sí, no sea codicioso y concéntrese en un solo deseo, pues según la creencia combinar colores le traerá mala suerte.
Chapa tu silla
Si estás buscando un ascenso en tu trabajo o alguna mejora en tu vida personal, tu cábala para fin de año será pararte sobre una silla poco antes de recibir el nuevo año. Además, si sostienes en tu mano un paraguas abierto te asegurarás una buena dosis de felicidad, ya que te estás protegiendo de todo lo malo que pudiera ocurrir el año que viene.
Quema del muñeco
La quema de un muñeco llamado ‘Año Viejo’ es una costumbre heredada de los españoles, quienes a su vez se basaron en un rito celta. Ellos depositaban a sus enemigos, capturados en batalla, en un enorme muñeco con forma humana, al que prendían fuego durante el solsticio de invierno.
Era una forma de rendir un sacrificio al sol, al mismo tiempo que alejaban los males, representados por sus enemigos. Es por eso que a los muñecos de año nuevo por lo general les colocamos caras de personas no muy queridas.
¡Platita, platita!
Aunque no es una tradición muy difundida por aquí, pero sí en Europa, se cree que si se coloca dentro de los zapatos monedas o billetes de alta denominación se atrae el dinero. De hecho, es una de las cábalas practicadas por el actor de Harry Potter, Daniel Radcliffe, y con esos contratos millonarios podemos decir que le va bastante bien. Otra cábala para el mismo fin es llenarse los bolsillos de lentejas.
¡A comerse las 12 uvas!
La relación entre uvas y buena suerte data de alrededor del año 3500 a. C. en Asia, aunque fue en la España de inicios del Siglo XX donde se introdujo la cábala tal como la conocemos. Las personas debían comerse una uva con cada campanada del reloj de la Puerta del Sol, en Madrid, en la medianoche del 31 de diciembre. Los que no se comían las uvas antes de que terminen las campanadas tenían que soportar, según la creencia, un año de mala suerte.
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